Racing Club encontró la cuota goleadora que le faltó durante 2023: la llegada de Adrián Martínez, pedido exclusivamente por el entrenador Gustavo Costas, cambió todo el panorama. El delantero de 31 años ya facturó con cinco tantos y es la gran revelación de la Copa de la Liga, el torneo que abre el año futbolero argentino, no solo por su letalidad ante la portería rival sino que además es protagonista de una atípica y difícil historia que vivió hasta los 23 años, cuando recién debutó como profesional.

El DT, con larga trayectoria en distintos países de América Latina, definió a Martínez como un “animal del área”. Tan es así que el goleador proveniente de Instituto de Córdoba tuvo su debut en las redes con 3 goles ante San Lorenzo, en lo que fue un show de fútbol del conjunto celeste y blanco: 4-1 en el Cilindro de Avellaneda.

Cada partido contra el conjunto azulgrana es uno “clásico” entre dos de los clubes más importantes de la Argentina. Esta vez Racing necesitaba ganar por el mal arranque que había tenido ante Unión y después parecía que Costas podría llegar a ser algo similar a lo que fue Fernando Gago, pero sus muchachos demostraron que no. Planteó un esquema ofensivo con 3 volantes, 2 extremos y Martínez siempre dentro del área. Este último está por arriba de 1.80m y al tener un buen salto es una de las opciones para buscar la ventaja en el marcador. Pero la confianza siempre estuvo puesta en los pies de Martínez y no tanto en su juego aéreo. Es un delantero de calidad y que sabe asociarse con sus compañeros.

Los goles que Maxi Romero no concretó durante el año pasado tienen un nuevo dueño. A los 21 minutos del primer tiempo el centrodelantero aprovechó un mal rechazo de la Roca Sánchez y definió más que bien de zurda. Veinte minutos más tarde aprovechó un centro perfecto de Santiago Solari para empujarla de primera con mucha clase. Fue el 2-0, el gol de la tranquilidad para la Academia antes del final de la primera parte. Y ya en la segunda, quedó mano a mano con el arquero Altamirano y definió el tercero para llevarse la pelota a su casa.

También asistió en el cuarto gol de Racing y fue parte de los otros 4 goles que le hizo a Newell’s Old Boys, en Rosario. Fue doblete: uno en el tiempo agregado del primer tiempo y el segundo a los 57’.

Pero lo más destacable de Martínez es su esfuerzo, y no dentro del rectángulo verde, sino para llegar a cumplir el sueño de ser futbolista profesional. No fue fácil, para nada: A los 17 años tuvo una prueba de Villa Dálmine (en su ciudad, Campana) pero no logró un lugar en el plantel. Como no pudo disputar divisiones inferiores, se buscó el pan de cada día trabajando como recolector de basura y luego como albañil. Para sostener sus sueños de fútbol, jugaba en Las Acacias, un modesto equipo amateur de la zona. Es hijo de una familia humilde y trabajadora, pero la vida lo puso al borde del abismo por una acusación sin pruebas.

En 2014 un hermano de Adrián fue baleado en un confuso episodio. Enseguida, la casa del agresor fue robada e incendiada. Las acusaciones apuntaron contra él, cosa que siempre negó, aún cuando tenía pruebas que confirmaban su presencia en otro sitio a la hora del atentado contra la vivienda. Tuvo el apoyo de familiares y amigos, conocedores de su bonhomía; nadie lo creía capaz de cometer semejante acto, pero no tuvo defensa. La justicia para los pobres es menos justa, como muchas veces ocurre en los tribunales argentinos, el que menos tiene más fácil paga. Sin investigación correspondiente, hallado culpable y enviado a prisión durante 7 meses. Siete interminables meses confinado en la Unidad Penitenciaria N° 21, de Campana, hasta que finalmente pudo probar su inocencia..

El futbolista contó las penas que vivió durante su encarcelamiento y que tuvo que “sobrevivir” a algo que no merecía, hasta que terminaron descubriendo que no era culpable. ¿Quién le paga el tiempo perdido a Martínez? Nadie. Pero supo sobreponerse y salir adelante: Defensores Unidos de Zárate (Primera C, la cuarta división), Atlanta, una larga estadía por clubes paraguayos y después un breve paso por Coritiba, en Brasil. Instituto fue la vidriera para llegar a uno de los grandes de Argentina: 41 partidos, 18 goles y 9 asistencias le bastaron para seducir a los dirigentes de Racing.

Y así, a los 31 años, le llegó su debut en la máxima categoría del fútbol argentino. Para el público que solamente sigue a la Primera División, la aparición de Martínez es algo nuevo. ¿Martínez? Maravilla Martínez, como lo nombran los relatores, haciendo parangón con el boxeador campeón del mundo superwélter y mediano. Ya está, ya se instaló en la prensa: hay un nuevo Maravilla Martínez, aunque a él no le convenza el apodo.

“Siempre dije que no me gusta que me digan Maravilla porque llegás a un club y no podés meter goles y que te digan Maravilla… de pronto el apodo queda muy grande. Pero lo que hizo Dios con mi vida sí es una maravilla, porque no sé cuántas personas más habrán salido de las cárceles y a los 23 años tener la posibilidad de jugar al fútbol y disfrutar de esto”, se sinceró el goleador.

Un delantero que demostró que a veces cuesta tomar confianza, pero cuando la encuentra, todo es ganancia. Fuerte, aguerrido, guapo y, sobre todo, preciso. Con el arco entre ceja y ceja, Adrián Martínez dice presente en la máxima categoría de Argentina y le demostró al DT que no llegó para ser suplente. ¡Ahora sí pueden llamarlo Maravilla!