Como cualquier familia futbolera en Argentina, la de los Fernández es bastante conocida y nombrada. Brian, Uvita y Leandro, este último el más grande, son goleadores de raza con muchísimo potencial, pero que muchas veces fue desperdiciado por actos no profesionales.

Nacidos en Villa Yapeyú, a pocos metros ya tenían un potrero donde poder divertirse, en la ciudad de Escalante. Estos tres grandes jugadores iniciaron sus carreras profesionales en el “Halcón” de Florencio Varela. Pasaron la mayoría de sus años cerca del club que hoy por hoy juega Copa Libertadores y fue campeón aquella tarde de sábado por la tarde jugando muy bien la Sudamericana del año 2021.

Su madre, una luchadora de la vida, fue quien los acompañó a concretar sus sueños: lo intentaron y lo lograron. Rosana sabía que sus hijos se divertían todas las tardes con la pelota pero que en un futuro podría darle de comer a la familia de cada uno de ellos. Una familia que era obsesionada por el fútbol ya que todo el día estaban pateando, y bastante bien era, tanto así que, gracias a sus cualidades futbolísticas y a sus goles, son todos delanteros de pura cepa.

Los Fernández tienen olfato goleador

Si arrancamos a contar la historia de los tres cronológicamente, tenemos que hablar primero de Leandro Fernández. Debutó en el año 2009 y poco a poco fue consiguiendo un lugar en el equipo. Mojó por primera vez enfrentando a Atlético Rafaela, meses después. Sus cualidades eran muchas, desde México lo observaron y se lo llevó el Tijuana, en el año 2012, por pedido del director técnico argentino Antonio Mohamed. Su salida fue rápida para volver a su país natal, jugó en Ferro Carril Oeste, volvió a Defensa, pasó por Comunicaciones y se fue a Godoy Cruz de Mendoza para mostrar que estaba capacitado para cosas mejores. Independiente, ganador de 7 Copas Libertadores de América, lo compró y se llenó de goles.

Años realmente buenos para el nacido en el año 1991, goles por todos lados y gambetas con lujos espectaculares. Su nombre para reforzar a Boca y River siempre sonó, pero nunca se concretó. Después de tantas buenas aparecieron las malas: lesiones de ligamentos cruzados y largo tiempo de recuperación. Se fue para Uruguay, para vestir la camiseta de Nacional, tras no conseguir minutos en Inter de Brasil y tampoco le fue bien. Hoy por hoy juega en la Universidad de Chile.

Hace pocos días protagonizó un accidente de tránsito mientras conducía en estado de ebriedad. El delantero chocó contra otro vehículo y se fue, es decir, se fugó. Más tarde al ser capturado por la policía, el examen de control marcó 1.6 gramos de alcohol por litro de sangre, pero fue liberado al no haber lesionados en el incidente que provocó. Esto generó malestar en el cuerpo técnico que hoy lo dirige, que es Mauricio Pellegrino. “Ocurrió un incidente el cual nos perjudica a todos, a la institución, al equipo y al mismo jugador. Estamos para dar la cara y afrontar la situación, creo que eso es un paso que tenemos que dar”, dijo en conferencia de prensa. La sanción fue económica y también futbolística de un partido. Fernández aceptó su error y se puso a disposición del club rápidamente.

Brian, el más indisciplinado de los Fernández, pero para muchos, el mejor. Después de debutar en primera división con 18 años jugando la Primera B Nacional, lo compró Racing de Avellaneda. Era distinto, tenía capacidad de gol, velocidad y se asociaba muy bien con sus compañeros. El pago fue de 1M de dólares por el 50% del pase. Lo anotaron para la lista de buena fe de Libertadores y anotó frente a Sporting Cristal, pero quedó afuera en Cuartos con Guaraní.

El juego dentro de la cancha iba bien, pero en mayo del 2010 comenzaron los problemas: dio positivo en doping tras el partido con River Plate por la fecha 12 del Campeonato de Primera División 2015. Luego también se conoció que el ex delantero de Defensa y Justicia había dado positivo en otro control, realizado el día 7 de mayo antes del encuentro con el Club Guaraní en Paraguay, por la Copa Libertadores. La contraprueba del análisis ante el Millonario también fue positiva. Recibió una sanción que le prohibió jugar profesionalmente hasta el 9 de enero de 2017. Una tortura que lo afectó mucho, ya que estuvo lejos de las canchas por largo tiempo.

El regreso fue un 23 de enero de 2017 tras cumplir con la sanción. Fernández ingresó a los 86 minutos y anotó. El partido no era cualquiera: con Independiente en Salta, el gusto era distinto, ya que era un clásico. El encuentro finalizó con una victoria de la Academia 3 a 0.
Los problemas no podía dejarlos de lado entonces no iba a entrenar, es por eso que el actual DT de la Selección de México, Diego Cocca, le dijo que ya no iba a ser tenido en cuenta por él y que podía buscarse otro equipo. La institución que lo acogió fue Sarmiento de Junín, allí hizo 3 goles en 3 partidos en un equipo debilitado y con falta de gol. Jugó en el Metz de Francia, poco tiempo en Unión La Calera y viajó a México para crearse un nombre en el Necaxa.

Según Transfermarkt, la negociación fue de 700 mil dólares y supo saber cuándo venderlo para sacarle un buen presupuesto de ganancia. En su segundo torneo contribuyó con goles importantes que tuvieron a los Rayos peleando por los primeros puestos, logrando clasificar a la liguilla. 16 goles y 5 asistencias en 30 partidos, nada mal. La MLS lo esperaba para que marcase 11 en 16. Sus problemas con adicciones aparecieron nuevamente y volvió al país de origen ya que Portland anunció de manera oficial que el jugador estaría en un programa de abuso de sustancias y salud conductual de la MLS. Las declaraciones eran refiriéndose a que no estaba consumiendo, sino que “tenía miedo de volver a caer en cosas malas”. La muerte de su hermano David, el mayor de todos los Fernández, fue el gran quiebre a nivel personal que nunca pudo superar.

Colón de Santa Fe, el club de sus amores, le dio una oportunidad para vestir el rojo y negro, jugó solo cinco partidos y protagonizó varios líos: Ausencias a los entrenamientos, recaídas con la droga y mala relación con los entrenadores. El mes pasado estuvo siendo buscado por todos ya que desapareció un jueves y volvió un lunes con su auto destrozado.

Nicolás, el más chico de los Fernández, también es goleador, pero su trayectoria es corta: del Halcón de Varela al Ciclón. Los hinchas del conjunto azulgrana lo quieren demasiado por la entrega de todos los partidos en cada una de las pelotas a disputar. Tiene 157 partidos, 37 goles y 17 asistencias, pero por sobre todo, un futuro prometedor…

Por último, está Juan Cruz, pero no Fernández, sino Villagra. De categoría 2000, el extremo derecho supo debutar para Defensa y Justicia y cumplir su sueño de estar junto a su hermano Brian por entrar a jugar el segundo tiempo, con camisetas distintas, pero compartiendo el mismo sueño que alguna vez tuvieron. Sangre goleadora no le falta a Villagra…