Desde su debut como entrenador en Rosario Central, Eduardo Coudet no ha pasado desapercibido como un entrenador más en Argentina. El ex jugador de San Luis y Necaxa parecía estar destinado a hacer grandes cosas desde su primera temporada en el Canalla, en la que llegó a la final de la Copa Argentina y peleó la liga local. Con una figura mediática, chicanera, de perfil alto y risueña, el Chacho Coudet se convirtió en un personaje de época en el fútbol argentino.

Representado por Christian Bragarnik, siguió su camino hacia Xolos de Tijuana en 2017, club en el que le fue mal: ganó 6, empató 7 y perdió 7. En el equipo de Aguascalientes dejó su cargo tras quedar en los últimos lugares de la tabla, debido a un supuesto atraso salarial por parte del club. En Racing tuvo, quizás, el mejor ciclo de su carrera: fue campeón de la Liga Argentina tras una campaña en la que fue puntero de principio a fin. La polémica llegaría después, ya que el siguiente objetivo del club de Avellaneda era competir en la Copa Libertadores 2020 y el entrenador dilató la renovación de su contrato para irse en diciembre. ¿Tenía la obligación de quedarse? No ¿Podría haber terminado de otra manera? Seguro.

En 2020, el año de la pandemia, asumió en Internacional de Porto Alegre, club en el que comenzó la Copa Libertadores y en el que peleó más de la mitad del Brasileirao. Cuando decidió renunciar, había estado tiempo puntero y peleaba los primeros puestos. Esta ida no fue por cortocircuitos ni malos resultados: se fue porque le había llegado una oferta de Celta de Vigo, que le permitía hacer carrera en Europa y percibir un salario mucho mayor. Por primera vez, dejaba tirado a un equipo a mitad de temporada que lo eligió y en el que luchaba por el campeonato.

En el conjunto de Galicia arrancó muy bien y en su primera temporada finalizó octavo tras asumir en una situación complicada. Para su segundo curso, su rendimiento fue algo más irregular: ganó 12, empató 10 y cayó en 16 y no cumplió el objetivo de clasificar a una competencia internacional. En el comienzo de la 22/23, con el equipo en el fondo de la tabla, fue despedido tras sacar un punto sobre 15 disputados. “Es la primera vez que me despiden”, manifestó en su salida. Junto a la de Rosario Central, fueron sus únicas dos etapas que tuvieron su desarrollo lógico.

La última renuncia de Chacho Coudet

En enero tomó las riendas de Atlético Mineiro, uno de los equipos brasileños más importantes y con mejor plantel del momento: Hulk, Matías Zaracho y Cristian Pavón son algunas de las figuras del Galo. Antes de comenzar el Brasileirao, el equipo fue campeón del Campeonato Mineiro y accedió a la fase de grupos de la Libertadores, pese a no lograr un gran funcionamiento. Tras perder en su debut en la Copa ante Libertad como local, Coudet explotó en conferencia: “¿Es normal que me tiren cerveza con 10 partidos ganados y una final el domingo? No lo entiendo. Sí, jugamos mal ¿Pensaron que no habría dificultades? Los inversores me dijeron que no podían traer un 9”. Después de ponerse a la gente y a la dirigencia en contra, puso la renuncia a disposición, que finalmente no se acordó por temas económicos.

¿Es normal presionar a la dirigencia por la falta de refuerzos cuando tenés a uno de los mejores planteles de América? ¿Quejarse en conferencia cuando recién tuviste una sola situación adversa desde que llegaste? ¿Dejar tirado a un grande del continente que recién te contrata? Para Chacho Coudet, sí. Como técnico, en cuanto a la capacidad, es uno de los mejores argentinos del momento, ha logrado desplegar su fútbol de alto vuelo en casi todos los lugares en los que dirigió. En lo personal, su manejo de grupo, sus desprolijidades, su poco compromiso y su carácter (que a veces lo hace ser distinto), lo alejan de ser un entrenador de élite. Y si no lo cambia, se le va a hacer difícil liderar proyectos ambiciosos.